Llegamos a Wellington, a la capital de Nueva Zelanda, una ciudad que consideramos de paso porque aquí tomamos el ferry que nos lleva a la Isla Sur.
Sabíamos que íbamos a tener unas horas hasta el mediodía porque a eso de la 1pm salía el ferry. Por suerte nos alojamos cerca, entonces decidimos salir a desayunar y caminar un poco.
Qué desayuno!
Mientras desayunábamos, a Ale le llegó un email de la compañía diciéndole que nuestra reserva se había pospuesto para las 4pm y que la original se había cancelado.
Ufa! De todas formas ya nos considerábamos con suerte porque hasta el día anterior, habían cancelado TODOS los viajes por mal tiempo.
Ven? Esto es algo a considerar cuando uno planea un viaje. No siempre todo sale como uno espera y a veces no se puede contra la Madre Naturaleza. Ella decide y dispone y uno tiene que acatar y contra quién va a protestar?
Bueno, entonces, después de desayunar, salimos a caminar pero con más tranquilidad, sabiendo que tendríamos unas horitas más.
Es una zona muy antigua de Wellington, todas casas coloniales, de madera, muy bonitas y tradicionales.
Llegamos al Te Papa, el museo de Nueva Zelanda.
Con Ale bromeamos de ir al gift shop nada más. Entramos y en el lobby mismo nos atajó un empleado y nos preguntó de dónde veníamos y nosotros siempre decimos “Argentina” (qué vamos a andar explicando que hace 11 años vivimos en Londres! Y aparte, es verdad!) y, muy simpático, ensayó algunas palabritas en español y procedió a “vendernos” el museo como nadie!
“Venderlo”, sí, entre comillas porque el museo es gratuito pero él nos habló tan bien de este lugar, nos mostró el plano del museo y nos explicó qué se podía ver en cada sección… terminamos entrando!
Yo quería ir a la parte de Historia, sobre todo a una exposición permanente sobre Gallipoli. Ale quería ver Prehistoria.
Entonces, cada uno fue por su lado y al rato nos encontramos.
Quedé maravillada con la exposición que visité!
Impresionan. Están a una escala de 2.4 con respecto al tamaño normal de un ser humano y fijate acá, hay una foto que te da una idea.
Conmueve porque cada una cuenta una historia. Representan a ciertos héroes de la guerra, su historia personal, cómo ayudaron al prójimo o como lucharon.
Como siempre pasa en lugares así, la información es infinita, presentada de forma multimedial y está para pasar mínimo, un par de horas ahí adentro.
De allí caminamos unos metros y nos tomamos un cable carril que nos llevó hasta bien arriba, donde se encuentra el Jardín Botánico de Welington.
Había otros tramos pero no teníamos tanto tiempo.
A la noche, ruta hasta llegar a nuestro destino ya en la Isla Sur.
Nos vemos allí!
Que hermoso viaje!! Que lugares tan bellos!! Que asombrosa esa obras del museo de W. Me encantaría poder. Visitar NZ pronto!!
Bueno, Marchu, cómo no, que se te de! Es un gran viaje y para explorarlo con todo! Besos y crucemos los dedos!!! 😉
Hola!
Qué lindas esas casitas de madera, y que bien que pudieron visitar el museo, son extraordinarias las expresiones de las esculturas, el cielo se ve nublado y supongo que hacia frio, aun asi es un magnifico viaje y otra vez gracias por compartir tan bellas fotos.
Saludos.
Sí, Norma! Estaba nublado y había viento, no tanto frío por suerte pero había que estar abrigado! 😀 La ciudad es muy bonita y muy cómoda para pasear. Gracias por tu comentario, besos!
Hola Ali !! Q lindo se ve Wellington!! Y siguen esas “alfombras verdes” q me tienen fascinada! Hermoso viaje!!!
Gracias Maru! Hay mucha naturaleza, incluso en plena ciudad, viste? 😀 Besos!
Que hermosas las casitas de la colina!!!
Me gustan las dos opciones del museo… espero que Ale comente lo que vió:)
Agrego una etapa más a mi mapa, para ubicarme mejor con el recorrido que están/estuvieron haciendo.
Besos!
Buenísimo, Betty! Les va a encantar ir a Nueva Zelanda!