Lloret de Mar
Al otro día, Ale roncaba con mucho placer y ya era el mediodía. Sentí muchísimo despertarlo (había llegado tipo 5 de la mañana) pero no podíamos perdernos el último día. Mucho, igual, no prometía porque estaba medio nublado, pero igual lo hice.
El día fue muy tranquilo y estábamos solos porque Sergio se había ido a trabajar y Horacio estaba en su negocio.
Así que solitos los dos nos dirigimos a la playa, y buscando donde comer algo y ver qué hacíamos.
Fuimos a un bar sobre la playa y como no estábamos antojados de un almuerzo (todavía), nos decidimos por algo “light”, como por ejemplo, patatas bravas y choricillos.
Se me antojó un simple tecito con leche y a Ale una coca light, por supuesto.
Llamamos al mozo y no bien abrí la boca para pedir, me dijo en inglés que él no hablaba español!!! Ok, pedimos en inglés y cuando se fue empecé a sentir cierta disconformidad y mucha incomodidad.
Tendría que haberme ido! Cómo puede ser que me atienda en inglés alguien que trabaja en España! Y que me exija lo mismo! Es como si yo trabajara de camarera en Londres y le pidiera a los locales “Ah, no, mire, yo soy argentina, me habla en español”. No duro dos minutos!
Más tarde contándoselo a los chicos, me dijeron que sí, da mucha bronca y Horacio es de los que pide (con unos modos muy educados pero muy firmes) que alguien que hable español lo atienda o si no, se va.
Bueno, el caso es que el mozo nos trajo lo que pedimos y tan de arriba no se la iba a llevar, le pedimos que nos saque una foto.
Las patatas bravas estaban como su nombre lo indica, Ale casi se pela la lengua de lo caliente que estaban! Son papas cortadas en cuadraditos, fritas y servidos con una salsa de tomate y tabasco, para nada picantes y los choricillos estaban bien.
Cuando nos fuimos, caminar por la arena fue un suplicio! No es finita, es como si uno pisara confites, pero raspaba!
Habíamos visto que muchas lanchas o ferrys salían de la playa a dar paseos.
Elegimos uno que nos llevaba hasta otra playa y por lo que vimos en la foto, nos gustó el pueblito donde estaba ubicado.
Fue así que llegamos a Tossa de Mar.
Tossa de Mar
El viaje en el barco fue muy bonito por la vista que se tenía de la Costa Brava.
La playa de Tossa es muy familiar, y el pueblo tiene una torre en lo alto, cañones, y las casas y las calles de piedra color piel son preciosas! Me hizo acordar al Cerro de Montevideo en Uruguay pero con la edificación de Colonia.
Ese lugar se llama Muralla de la Villa Vella y data del siglo XIII.
Fue un encanto caminar por allí. No contábamos con mucho tiempo porque habíamos almorzado antes (en un restaurante de argentinos y/ o uruguayos – no lo sabíamos), yo unos calamares a la plancha (riquísimooooooo!) y Ale arroz negro (por la tinta del calamar) con mariscos, una paella, bah.
Al volver, fuimos a ver a Horacio a su negocio y luego nos dirigimos al depto a empacar y luego nos vino a buscar Horacio. Con Sergio nos encontramos camino al aeropuerto y los 4 llegamos hasta allí, nos despedimos y aquí estamos.
Conclusiones
La pasamos muy bien, nos sentimos muy mimados por Sergio y Horacio, nos trataron de maravillas los dos, nos cuidaron, nos hicieron sentir muy cómodos!
Me quedaron muchas ganas de volver, Barcelona me encantó porque me pareció una ciudad muy alegre, muy moderna y muy relajada. La gente se mueve de otra forma, me encantó.
Se ve que extraño cierta “latinidad”!
Todas las fotos aquí.
Hermoso relato y bellas fotos…com o que me quedaron ganas de conocer ese lugar…
saludos
marcelo
Gracias Marcelo!
Un relato que me gusta mucho. Tossa es una ciudad maravilloso que merece ser vista cientos de veces.