0
Your Cart

Día 2 en Roma

Nuestro segundo día en Roma y decidimos visitar otro país: Ciudad Del Vaticano. Nos levantamos temprano, tomamos el subte (donde le sacamos una foto a un póster que promocionaba la película argentina “Crónica de una Fuga”) y cuando llegamos a las afueras, no podíamos creer que hubiera tanta gente haciendo cola para entrar a los museos! Nunca vi tal gentío, grupos detrás de grupos, de todas las edades, muchísimos orientales y, por supuesto, muchos religiosos.

Seguimos caminando, entramos a Ciudad Del Vaticano (previo paso por un puestito de migraciones donde escanearon las mochilas) y alquilamos un audio tour para recorrer la Basílica de San Pedro donde, entre otras cosas, se encuentra La Piedad.

Al entrar, primero fuimos por un pasillo atestado de gente porque ahí se encontraban varias tumbas de papas. Por supuesto donde se hacía un nudo era donde estaba la tumba de Juan Pablo II: muchos se detenían a rezar, a sacar fotos, a contemplar.

Luego, por suerte pudimos recorrer muy bien la basílica; ya, al final, estábamos medio bizcos de tanta estatua de papas, aunque algunas realmente son increíbles, sobre todo ver cómo fue trabajado el mármol. Impresiona pensar que ese drapeado de una vestimenta es en realidad piedra esculpida!

Por supuesto, los cielorrasos, difícil de describir de tan bellos, así como también los pisos.

Vimos a la guardia Suiza, esos soldados vestidos con trajes a rayas amarillas y azules, tan pintorescos y, a la vez, tan originales. Estos uniformes no han evolucionado con el tiempo, son los mismos que se usaron siempre.

Verlos así vestidos a muchas personas les causa gracia y les da por pensar que están disfrazados. Se ven muchas risitas y si una persona les pregunta si se puede sacar una foto con ellos, dicen que no: muchos no saben que estos soldados están altamente entrenados, son soldados hechos y derechos, que están ahí trabajando. Qué hacen, entonces, algunos? Se les acercan y les preguntan cualquier huevada y ya está el amigo/marido/cónyuge con la cámara lista y saca la foto.

Ya para ese entonces nuestros estómagos rugían de hambre, pero no encontrábamos un lugar donde nos gustaría comer. Al llegar a una plaza, ya afuera Del Vaticano, vimos muchos, pude deducir, inmigrantes ilegales vendiendo carteras, cinturones, chucherías de todo tipo y yo vi un monederito muy lindo y cuando lo estaba por agarrar para dárselo al vendedor y que me cobrara, me dijo “scuzi, scuzi”, levantó todo y se fue.

Miré a mi alrededor y todos estaban haciendo lo mismo y corriendo para diferentes lados. Que qué estaba pasando? Pues venía la “polizia” y todos a desaparecer! Ay, como si nadie supiera que estaban ahí! Bueno, el caso es que el patrullero se estacionó en el medio de la plaza y todos se tuvieron que ir a vender su mercadería a otro lado.

Gracioso porque algo así me había pasado en México. Y me dio qué pensar, cómo en todos lados, no importa el país, las mismas cosas suceden, la misma corrupción, la misma hipocresía.

Decidimos no perder más tiempo y fuimos a almorzar a una trattoria que recomendaba la guía.

Pintoresca pero la comida deliciosa! Cómo explicar lo que pedimos… comimos lo que quiso el mozo! No nos dieron menú, le preguntamos qué tenía, yo no entendía, Ale le decía que si, bueh, cuestión que comimos riquísimo pero mucho! Una entrada, y un plato principal que consistía en un plato de spaghetti y un platito con ñoquis.

Al final, quedamos Ale y yo solos, y claro, el mozo/dueño apurado que quería cerrar. Los negocios, incluso los restaurantes, cierran a la siesta! Tipo 2 y media cierran y vuelven a abrir (en el caso de los restaurantes) a las 8, 8 y media!

Nos tomamos un colectivo y llegamos al Coliseo Romano. Un poquito de desilusioncita verlo un tanto negro de polución. Afuera había un par de hombres disfrazados de legionarios romanos. Sin darnos cuenta, uno se acercó y nos alentaba a que nos sacásemos una foto con él. Ale le preguntó cuánto cobraba y dijo “lo que tengas” y llamó a una pareja para que nos saque una foto con nuestra cámara. Incomodaba el hecho de que no fuimos nosotros (supongo, lo que corresponde) quienes le pedimos ese favor, pero de todas formas, muy gentilmente lo hicieron.

Dispararon una foto y el romano dijo “Otra! Otra!”. Yo pensaba “Ay, qué amable, por las dudas que no haya salido bien la primera foto”. Pero luego, cuando Ale le dio 2 euros el romano lo corrigió: “5 euros” y Ale le dijo “Vos dijiste lo que sea!” “Bueno, pero sacaste 2 fotos”. Al final Ale le dio otro euro más y nos fuimos. Para ese entonces, la pareja que nos sacó la foto se estaba sacando una foto con el romano por otra pareja que había sido “convocada”. Un negocio redondo.

A la noche ya vencidos por el cansancio, comimos algo por ahí y volvimos al hotel. Al otro día teníamos que volar a Sicilia.